Clara, Luiza y Lucas eran dos amigas brasileñas y un apuesto joven español que adoraban pasar tardes juntos explorando nuevas facetas de placer. Un día, decidieron tener una reunión en casa de Luiza, con vestidos ajustados, copas de vino y conversaciones picantes.
Clara usaba un vestido negro que resaltaba sus curvas femeninas y su piel caramelo. Sus pechos se adivinaban bajo la tela, y el escote revelaba la punta de uno de sus pezones, endurecido por la textura del vestido. Luiza y Lucas la observaban con ojos lascivos, imaginando sus manos acariciando aquella piel.
Luiza llevaba un vestido blanco tan ceñido que dejaba más a la imaginación que revelaba. Sus pechos se levantaban de manera provocativa con cada movimiento, sacudiendo a Clara y a Lucas. Sus piernas, largas y torneadas, se extendían sobre la mesa, invitando a explorarlas.
La tensión creció a medida que bebían y coqueteaban. Lucas se excitó observando a las mujeres juguetear.
Finalmente, Luiza le propuso pasar al siguiente nivel. Lucas no dudó en aceptar. Luiza se arrodilló delante de él, acomodando su erección en su boca. Mientras tanto, Clara observaba, masturbándose con una mano y acariciando los cabellos rojos de Luiza con la otra.
Lucas gimió, sumergiéndose en el placer que le proporcionaban los labios y la lengua de Luiza. Sus embestidas se volvieron más fieras hasta alcanzar el clímax, eyaculando en su boca.
