Mark suspiró profundamente al mirar a Min recostada en su cama. Sus ojos se encontraron y algo primal e indomable se despertó dentro de él.
Min era apasionada y salvaje, perfectamente complementaria a la parte lívida y bestial de Mark. Nunca se había sentido tan vivo y presente como cuando estaba con ella. Cada encuentro ellos juntos era una explosión de deseo irrefrenable y placer sin restricciones.
Mark se deslizó de nuevo entre sus piernas e introdujo sus dedos dentro de ella. Min gimió roncamente, arqueando la espalda en respuesta. Sus gemidos eran la música más dulce para sus oídos.
«Por favor, Mark. Necesito sentirte dentro de mí», suplicó Min. Su voz era ronca y ardiente, llena de necesidad.
Mark la complació, empujando lentamente dentro de ella hasta hundirse completamente. Min jadeó sorprendida y entonces se rió con deleite. Siempre le encantaba la sensación de tenerlo dentro.
Comenzó a moverse, marcando un ritmo rápido y frenético. Mark jadeó y se sumergió más profundamente, atrapando sus caderas con fuerza para imponer un ritmo aún más intensivo.
Los sonidos lascivos inundaron la habitación mientras se entregaban al placer sin reservas. El éxtasis se acumulaba dentro de ellos, ardiente y desenfrenado, listo para explotar.
Mark capturó los labios de Min en un beso voraz justo cuando alcanzaron el clímax. Se estremecieron y temblaron juntos, descargando oleadas de placer puro.
Jadeando, Mark se desplomó sobre Min una vez más. Sus miradas se encontraron y vieron el mismo fuego salvaje ardiendo en los ojos del otro. Nada tenía que ser dicho. Solo estaban ellos y el vínculo primal que los unía.